(Texto de acuerdo a manuscrito del autor)
Hoy rendimos un homenaje a Samy pseudónimo con que fue conocido entre nosotros
Samuel Maldonado Silva. Su lema de periodista: Con la verdad no ofendo ni temo
le trajo más de un problema. Buen cateador de la noticia le entregaba ironía y
humor. Fue un poeta que buscó la belleza a todo trapo y un bohemio digno de ser
un personaje de Murger, profesión de difícil uso en la provincia.
Hijo de un pastor protestante y de una misionera de la misma estirpe, nació en
Valparaíso el 3 de setiembre de 1916. Sus primeros intentos intelectuales los
publicó en el tradicional Peneca. Colaboró en diversas publicaciones y llamándole
la atención a don Alejandro Vivanco lo contrató para escribir en El Heraldo
periódico del cual era Director, 1939. Vino por tres meses y se quedó por 22 años
en El Heraldo. Fue corresponsal por largos años de El Mercurio de Santiago.
Sus campañas periodísticas o sus columnas pronto llamaron la atención: la ironía
de las Cartas de doña Clarisa y su Sucesos de Radio Soberanía, adonde llegó a ser
Jefe de Prensa le dieron prestigio. Le sugerí que Sucesos fuera un periódico y
allí nos fuimos en collera. Fue un cordial negocio, vendíamos el aviso con la
entrega de Sucesos en las casillas, pero no eramos personas para estar bajo tal
yugo y un día de primavera con otra amiga gastamos las ganancias en el Londres
Chico, refugio de intelectuales, jubilados y empleados públicos.
Se casó en Linares con Isabel de la Fuente: 7 hijos: Nancy, Samuel, Jaime,
Lolita, Francia y Daniel casi todos picados por la araña del papel impreso. Doña
Isabel aportó un extraño historial al matrimonio: su padre (en realidad, su
abuelo) era prestidigitador, hipnotizador, en fin, un mago para entendernos
mejor. Fuera de tal oficio que lo llevó por todo el continente, era hombre sagaz
y valeroso, en uno de sus viajes el barco se incendió, allí perdió todos sus
bártulos pero fue reconocido por todos y comentado en los periódicos como el
héroe de la jornada.
Desde que lo conocí fuimos amigos. Le ilustré su novela El Ambito Silencioso y
Canto para Soledad que consiguió magnificar críticas. De su obra, mi favorita es
el poema Desagravio al Chancho en Piedra que aparece en su Arte del buen manducar
en Panimávida, libro que las Termas regalaran un fin de año a sus visitantes.
Samy era en el fondo un solitario, irónico y hosco. Contradictorio como su padre
que era pastor protestante y sin embargo, empuñó el corvo de Arica a Miraflores
en la guerra del 79. Samy no lo hacía mal, le agradaba ponerse arreos de nacista
y sin embargo sus afanes socialistas eran tales que la única vez que lo vi
aseriado fue cuando salió a defender a un amigo por tales ideas en un chinchel
de la calle Chacabuco.
Al volver a Chile le sugerí formáramos en Linares un grupo intelectual, Samy
sugirió el nombre Ancoa, Manuel Francisco Mesa Seco y Alberto Reyes Lapiedra,
también recientemente fallecido, fueron los otros apóstoles. Samy a la primera
vuelta se fue del grupo. Fundó una hermosa revista. También la llamó Ancoa.
Esta murió, el Grupo Ancoa sigue viviendo.
Amigos suyos fueron Manuel Guerrero, Nicomedes Guzmán, Carlos Sepúlveda Leyton,
el maestro García, Edilberto Domarchi, etc. Para todos tuvo amplia y generosa
casa y muchas veces llegamos a ella a engullir… de longaniza y garrafas de vinos
del Melozal. Su amigo predilecto fue un hombre extraordinario que pasó
silenciosamente por la vida: Manuel Morales Basoalto. Poemas a Cuatro voces es
un libro que realizó con otros tres poetas avecindados linarenses: Manuel
Francisco Mesa Seco, Rubén Campos Aragón y Alberto Reyes Lapiedra.
Pero de su labor literaria hablarán otros en breves instantes más.
No fue tras el aplauso ni el homenaje cosas que naturalmente consiguió. Sin
embargo sigue en esto de lo inverosímil. En su Antología de Poetas del Maule
no lo ubica Matías Rafide por ser de Valparaíso y otro estudioso, cuyo nombre
no recuerdo, al publicar una reseña de los escritores porteños no lo coloca por
haber sido un escritor netamente maulino.
Como buen periodista murió el Día de la Prensa, el 13 de febrero de 1988.
Debe estar ayudándole a San Pedro a hacer boletines o mejor aún tipeándole otro
Apocalipsis a San Juan. Porque de Samy no diremos nosotros la última palabra,
nos faltaría ese ambiente jocundo-solitario que siempre cultivo.
Acerca de la gran omisión de Matías Rafide
Jaime González Colville
El Heraldo el 8 de junio de 1975
Desde 1938 en que publicó Mar de Caracoles, la dedicación de Samuel Maldonado
Silva a las letras se acerca ya a los cuarenta años. Ha creado sin alardes, sin
vocear su condición de escritor, quizás debamos decir que su característica sea
el retraimiento y la no-ostentación.
Durante una semana me di al serio trabajo de leer detenidamente su obra, novela
y poesía, hay una calidad que salta de inmediato a la vista: Maldonado Silva es
más poeta que prosista.Poeta inspirado, de buen acento, de generoso vuelo, mi
atención se ha concentrado en “Cantos para Soledad”… ¿Por qué un libro tan
valioso permanece semi olvidado? ¿Por qué no se recogió el nombre de este
autor en la antología “Poetas de la Región del Maule” del Dr. Matías Rafide?
Publicado en 1961, con dibujos de Pedro Olmos y excelente tipografía, el libro es
un monólogo de amor, un grato resumen de reflexiones, de lenguaje tierno, lleno
de iridiscencias, sentimentales y amatorias:
de la piel tan sedosa del durazno.
que asemeja tu tez adormecida.
palabras con sabor de miel y guinda
que alhajan el sendero del ensueño.
Suena a corazón, a alma de desbordada sensibilidad, se ha depurado su acento
desde Ronda de Ansias de 1946, aunque persiste un cierto sabor surrealista y
una visión sosegadamente optimista de la vida.
La esencia vital de estos poemas está marcada por la naturaleza, Maldonado
recurre a ella como lo haría Machado, para acentuar su existir:
y quisiera también deciros, niña,
que amo la estrella que su luz suspende
allá en la altura solitaria.
“…que adoro el cristalino son del agua
que entre peñasco va buscando el mar
y va a su paso fecundo el musgo
que su esmeralda en la ribera luce …”
Como Villaespesa que pide ternura para lo que rodea al hombre, Maldonado
Silva identifica a su amor con la maravilla de la creación, resabios
mundonovistas en que nuestro coterráneo Francisco Contreras, fue un
teorizador.
La visión del mar, o una conmovedora elegía a Manuel Morales Basoalto
integran un volúmen homogéneo y engastado de imágenes bien logradas.
Maldonado Silva merece figurar entre los poetas de antología de nuestra
región, su obra es seria, bien concebida y enmarcada en una gran
conciencia literaria, El Ambito Silencioso (1958), pese a tener vacíos de
estructura, recuerda a aquel boticario de Roble Huacho de Daniel Belmar,
mientras que En Tinieblas anda el Hombre (1940) es el drama del hombre
acosado, con las interrogaciones desgarradoras de las vidas sin horizontes.
Cantos para Soledad es uno de esos libros que se cierran suavemente y no
se suelta de inmediato, es imposible no volver a oír, por ejemplo:
allí está la casa antigua
con aire de campiña desolada,
hermana de la pena y del olvido,
luciendo su tez no maquillada.
ahí la casa antigua, niña,
con todo su bullicio derrumbado.
Samy Silva
Un reconocimiento que hace Juan Luis Rojas, un famoso ,
escritor periodista y editor, a la influencia de Samuel
Maldonado. Es notable que haya alcanzado tal renombre
ya en 1947. El texto que se reproduce aquí, se publicó
en el libro"Juanito Lucho y alguna de sus crónica", junto
a otros 63 connotados personajes de la sociedad
linarense.
Raúl Morales Alvares, fue un respetable crítico
de artes que escribía en el diario Las Ultimas Noticias.
En el siguiente artículo, publicado el 29 de Septiembre
de 1980, hace un recuento de los más conspicuos
personajes linareses, entre los cuales, destaca
Samuel Maldonado.